En noviembre de de 2002, más de dos mil nicaragüenses iniciaron una marcha a pie desde el departamento de Chinandega hacia Managua. Fueron necesarias dos semanas para recorrer los 140 km existentes, hasta que llegaron a su destino: los jardines frente la Asamblea Nacional. Allí montaron sus cabañas de plástico negro, colgaron sus hamacas y empezaron a esperar. Todas estas personas habían enfermado debido a un químico usado en las fincas bananeras en los años setenta, y querían que de una vez por todas alguien les hiciera caso, escuchara sus demandas y avisara a esa musa llamada justicia. La impunidad sigue. Se atisba el final feliz. Los cuerpos se deterioran.