A través de los ojos de un joven oriental de turismo por Europa seguiremos los pasos de Francisco Javier. A su llegada a París, el turista busca, en la Universidad de La Sorbona, el Colegio de Santa. Bárbara, donde Javier estudió cuando tenía 19 años. Allí compartió habitación con el francés Pedro Fabro. Y, más tarde, con el compañero español Ignacio de Loyola. Era un miembro activo del grupo de los Estudiantes Católicos de París que eran como su segunda familia. Francisco conoció a Ignacio durante cuatro años antes de decidirse a iniciar un estilo de vida diferente; una vida para los demás. Ignacio enseñó a Javier a orar. Finalmente Javier, Ignacio, Pedro Fabro y cuatro de sus amigos tomaron la decisión de comprometerse a vivir sólo para Dios y para los demás el resto de sus vidas. Hicieron los votos de pobreza y castidad, y prometieron ir en peregrinación a Jerusalén.