Las actitudes en general son aprendidas y, por lo tanto, se pueden enseñar. Por esa razón es posible enseñar actitudes interculturales, lo que significa dotar al alumnado de puntos de vista tolerantes, sin prejuicios, con información no desvirtuada por los estereotipos, favoreciendo una actitud abierta hacia personas de diferentes culturas y mostrando una predisposición a conductas respetuosas y solidarias. Este tipo de modelos suponen una reforma total del currículo y del entorno escolar. Se requieren avances continuos y constantes, ya que dicha reforma no se alcanzará con un curso de formación o con un programa específico.