A través de los ojos de un joven oriental de turismo por Europa seguiremos los pasos de Francisco Javier. En abril de 1549, Francisco Javier salió de Goa para el Japón. Acompañado por Yajiro, un japonés que había conocido en Malaca, y el Hermano jesuita español Juan Fernández, en menos de dos meses, en un junco pirata chino, llegaron a Kagosima. Javier quedó impresionado con lo que vio. No entendía japonés, y se le daban mal los idiomas. Con su cuaderno de notas, Javier se esforzaba por compartir su fe con los japoneses. Su sinceridad logró influir en unos pocos. Aquí conoció y bautizó a la familia de un samurai. Era la primera vez en la historia que sucedía.