A través de los ojos de un joven oriental de turismo por Europa seguiremos los pasos de Francisco Javier y llegaremos con él a las playas de Goa. Goa fue la primera experiencia que tuvo Javier de Asia. Le costó año y medio llegar; y tuvo suerte de poder culminar el viaje. Pasaron seis meses aislados en Mozambique, dónde ejerció de capellán y de marinero de cubierta al mismo tiempo. Predicaba. Cuidaba a los enfermos. Finalmente, trece meses después de salir de Lisboa, el barco de Javier arribó en Goa. De familia rica y aristocrática, Javier nunca había experimentado la pobreza. Debió causarle una fuerte impresión la primera visita a las pobres aldeas de pescadores del sur de la India, el hogar de los paravas.